Una amiga mía me envió un mensaje el día 25 de enero para felicitar a Teresa por su cumpleaños y a mí porque “un año criando es muy bonito pero también muy duro”, decía. Después de leerlo me quedé pensando en el modo en que ha cambiado mi vida en este último año. Como ya comenté en el primer post de este blog Teresa llegó a mi mundo como un elefante a una cacharrería, cambiando toda mi escala de valores y prioridades y desordenando por completo mis emociones. Con Teresa se llenaron de sentido las pequeñas y grandes cosas del día a día y poco a poco sus asuntos fueron ocupando el espacio de los míos. Esto último no sólo es una metáfora ya que del mismo modo ha ocurrido en el espacio práctico, es decir, sus cosas han invadido toda la casa. Es imposible imaginar la vida sin ella y parece mentira que todo este cambio se haya producido en tan sólo un año.
Sin embargo la maternidad también acarrea otros cambios. Por ejemplo casi desaparece la vida social ya que cuando salgo con mis amigos las conversaciones se suelen quedar a medias porque Teresa no puede esperar. Además la mayoría de los temas se suelen centrar en ella. Las noches han dejado de ser para siempre noches de sueño profundo en las que no me hubiera enterado si el edificio se caía. Las películas en casa (ya no hay cine) se suelen quedar a medias y los libros ni te cuento. Las salidas nocturnas se acabaron y cambió definitivamente la vida en pareja. Son las otras cosas de la maternidad…
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