viernes, 21 de mayo de 2010

Mi parto por partes (I)


Después de leer las experiencias de otras mamás, hoy me he animado a relatar el parto de Teresa. Mejor dicho, los recuerdos del parto, ya que contrastándolos con mi marido me di cuenta, días después, que tenía algunas vivencias confusas.


Teresa llegó al mundo el 25 de enero de 2009, un domingo a las 18:10 horas, sin embargo mi periplo comenzó el sábado alrededor de las 10 de la mañana. Después de las últimas semanas acudiendo a controles decidieron que lo mío sería un parto inducido.


Así, nada más ingresar en el hospital me llegó mi chute de prostaglandinas por medio de un tampón y a esperar en la habitación. Puedo asegurar que en tan sólo una hora ya empecé a sentir dolor, aunque claro, todavía no sabía lo que me esperaba. A lo largo de todo el día no paré de vomitar, aunque todavía tenía capacidad para arrastrarme por la habitación y los pasillos. A pesar del malestar y del dolor constante pensaba que cada vez estaba más cerca el momento de ver a mi hija y los ánimos todavía no habían decaído.


Sin embargo, cuando a última hora de la tarde volvía a monitores el cansancio y abatimiento hicieron mella. Recuerdo que un chaval joven me indicó que tenía que realizar una exploración para valorar el estado del cuello del útero. No sé por qué razón nadie me previno de esto porque si uno va preparado puede que reaccione de forma diferente, yo en cambio, sentía tanto dolor que me retorcía y me desplazaba hasta la parte más alta de la camilla. “Si no te dejas explorar no puedo hacer nada, te vuelves a la habitación y listo”. Estas fueron sus palabras mientras yo le suplicaba que me diese unos segundos en los que yo me encomendaba a todos los santos, contaba hasta diez, buscaba un punto en la pared, recurría al yoga, la meditación, y me cagaba en su santo padre pensando en por qué me habría tocado a mí precisamente este tío tan borde. La maniobra la volvió a intentar dos veces más y finalmente volvía monitores donde me acompañaba David al que ya habían avisado de que “estaba muy nerviosa”.


En la sala estábamos solos y cada cierto tiempo venía alguien a comunicarme que me había movido, así que debía continuar un rato más monitorizada. Yo estaba segura de que no me había movido pero en algunas ocasiones tuve que preguntárselo a mi marido porque yo ya no me fiaba de mí misma. Desde la sala podía escuchar como el personal estaba viendo un partido de fútbol mientras cenaba. Esto no tiene nada que ver conmigo pero a estas alturas de la historia, con un dolor insoportable acompañado de vómitos y con el personal haciéndome sentir como una idiota histérica pues como que me puso de peor leche.


Después de la cuarta vez que alguien se pasó por la sala y me volvieron a insistir en que me había movido nos dijeron que sería mejor retirar el tampón y administrarme un calmante para que pudiese dormir. A la mañana siguiente repetirían el mismo protocolo. Durante todo el día esto fue precisamente lo que yo temí escuchar, pero en ese momento sentí un gran alivio porque pensé que para enfrentarme un día más a esa tortura, al menos, tenía que estar descansada.

5 comentarios:

  1. Me parece fatal que en esos momentos la gente se ponga borde. Creo que cualquiera con un mínimo de sensibilidad debería tratar con especial delicadeza a una mujer que está a punto de parir. A veces me pregunto por qué la gente se dedica a profesiones tan "sensible" si no tienen tacto suficiente...

    Estoy deseando leer el resto.

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  2. Madre mía, espero que el resto sea un poco más positivo... me parece una crueldad; ya no falta de tacto y sensibilidad, si no una crueldad que te tuvieran allí "tirada".

    Por favor dime que no fue todo asi, porfa porfa.

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  3. Siento mucho que te trataran asi, espero que al dia siguiente fuera mejor. Por mas que intento entenderlo no consigo entender porque en general se trata tan mal y de manera tan humillante a una persona que esta a punto de dar a luz. En vez de facilitarte las cosas lo que hacen es complicarte todo más.

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  4. Es una verdadera lastima, solo espero que sean momentos puntuales. Pero es que si no nos tratan de enfermas, nos tratan como numeros, ganado o mil molestias.

    Una mujer dando a luz ha de poder ser y hacer lo que la plazca.
    Me comento mi matrono que hace años en el informe tenian que puntuar el comportamiento de la parturienta y el, si una mujer estaba +- tranquila puntuaba como perfecto. Si una mujer estaba inquieta, puntuaba como perfecto, si una mujer chillaba, daba tortas o/e insultaba, la calificaba como perfecta. Porque estaban dando a lz, el parto terminaba bien y tenian a sus hijos. No se puede, ni se ha de pedir mas, ni mucho menos someter a quien lleva a cabo una acción tan grandiosa.

    Esperamos la segunda parte.

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  5. Qué día más largo! Ahora mismo me paso por la segunda parte

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