viernes, 29 de julio de 2011
Ofiacialmente de vacaciones
lunes, 25 de julio de 2011
Dos años y medio
Hoy celebramos los dos años y medio de Teresa. Me refiero a que lo celebramos porque estamos muy contentos y es una fecha importante, no es que hayamos preparado una fiesta. Hoy me he puesto a recordar cómo era Teresa hace un año y es asombroso todo lo que ha cambiado. Es una niña más que un bebé. El cambio más importante últimamente es que le encanta jugar con otros niños e intenta manejar la situación, convencer a sus amigos para que jueguen a lo que ella quiere, sobre todo hacer carreras. Ya no me necesita tanto en sus juegos, aunque es cierto que a los niños les encanta que los mayores decidan jugar con ellos y corro gustosa detrás de todo el grupo. Otro de sus juegos predilectos es hacer de camarera, preguntar a todo el mundo qué desea y preparar platos en una cocina imaginaria o incluso comprar los ingredientes en el supermercado imaginario, y si puede hacerlo corriendo de un lado para otro, mejor. Otras veces sustituye las carreras por los saltos. Es como si necesitase quemar energía acumulada, algo que siempre he pensado de los niños.
lunes, 18 de julio de 2011
La playa y la historia del bikini
El fin de semana hemos estado en la playa. Como a Teresa ya le habíamos anunciado los planes desde que terminé de trabajar el viernes no paró de dar saltos detrás de mí por toda la casa diciendo “vamos ya”. Con lo nerviosa que estaba mientras yo preparaba las últimas cosas para irnos ya me imaginaba cómo iba a ser el viaje. Casi desde que montamos en el coche empezó a preguntar si ya estábamos en el destino. Aunque no se calló en ningún momento afortunadamente la cosa no fue a mayores. Cuando llegamos a la casa no podía parar de jugar con los primos y correr, estaba encantada y se durmió tarde.
viernes, 15 de julio de 2011
Premios
martes, 5 de julio de 2011
El verdadero descubrimiento de los juguetes
Cuantos trastos me habría yo ahorrado en casa si volviese atrás en el tiempo. Desde que nació Teresa he ido perdiendo espacios y acostumbrándome a convivir con trastos por cualquier parte de la casa. Les he buscado rincones, rincones en el salón para aquellos que más uso tenían, incluida la cocinita. Hasta ahora todo tenía medianamente un orden, había ratos que los juguetes parecían una alfombra pero en poco tiempo se terminaba el juego y vuelta a su sitio. Pero qué de cosas cambiaría si hubiese sido consciente de que es ahora cuando realmente disfruta de los juguetes. Y eso que yo he sido de las que he pedido a todo el mundo que no regalase por regalar, que no hay que llevar siempre alguna cosa a la niña, que los regalos son para ocasiones especiales y todas esas cosas que te hacen quedar como la mala delante de la gente, mientras el padre sonríe, recibe con agrado los obsequios y se presenta como el simpático de la pareja. Debe ser que no impongo ningún respeto porque nadie, absolutamente nadie, ni familia, ni amigos, me han hecho caso. Así me ha ido, que para no tener que mudarme he llenado ya, en diversas ocasiones y aprovechando la ausencia de Teresa y su papá, bolsas de basura tamaño comunidad con utensilios de juego que yo misma voy discriminando. Ha habido veces que me he pasado, lo noto cuando los echan en falta. “Ya aparecerá”, suelo decir, consciente de que anda muy lejos.
Sin embargo creo que a partir de ahora el tema va a estar más complicado. Teresa busca y rebusca por todos sitios donde sabe que hay juguetes y va sacando una cosa u otra, se sorprende con objetos que tenía olvidados, los utiliza, juega, se pasa ratos largos entretenida, pregunta por juegos concretos que recuerda perfectamente y los reclama o te dice “no lo busco, mamá”, en lugar de no lo encuentro. El orden en las cosas dura milésimas de segundo, justo el tiempo que termino de colocarlas, inmediatamente después llegan unas manitas para revolverlo todo y decir “eto me sirve”. Las sartenes y ollas de su cocinita llenan mi lavavajillas, su reno, tamaño bulldog se sienta en mi sofá, si Teresa viene por la noche a mi cama la acompañan Pinkinico y las tres mellizas, los cuentos están relegando a mis libros en las estanterías, y sus instrumentos musicales, llámese trompeta o tambor, suenan a cualquier hora. Recientemente también ha redescubierto una colchoneta. Dice que es un castillo hinchable y no para de saltar como una loca. También la utiliza para hacer “ninnasia” y levanta las piernas mientras está tumbada en ella, por supuesto en mitad del salón.
A la hora de salir a la calle, siempre va con su cochecito y cada día dice que le toca pasear a alguno de sus muñecos, últimamente es Upsy Daisy la más afortunada, menuda racha lleva. No nos podemos olvidar de su bolso donde guarda alguno de sus móviles y unas llaves de plástico. Además ahora muchas veces nos acompaña un gato, este no sé de dónde ha salido, pero le encanta jugar a tirarlo para arriba y que yo lo coja, se llama minifú.
Ayer vio a una niña con una moto de plástico de dos ruedas en la que se desplazaba empujándose con los pies y rápidamente pidió una igual. Yo ya sabía que le iba a gustar porque hace tiempo en un hipermercado fui yo la que la incitó a probar una y le encantó. Ha llegado el momento peligroso en que quiere todo lo que ve.
Y así estamos, intentando mantener un equilibrio entre lo que supone disfrutar tremendamente de los juguetes y conservar un orden mínimo para que no piensen que tenemos el síndrome de Diógenes.
viernes, 1 de julio de 2011
Lo bueno del verano
¡Comienzan las vacaciones de verano! Por lo menos para el papá de Teresa, que disfrutará de dos meses intensos de actividades con ella, que vive en vacaciones permanentes. Aunque para Teresa también ha habido un cambio importante y es que ha incorporado los baños en la piscina a su rutina diaria y le encanta, mucho más si es en la compañía de los primos que hacen que cualquier juego se convierta en una fuente inagotable de enseñanzas que ella intenta imitar por todos los medios, aunque en muchas ocasiones no sean las lecciones más adecuadas y sean éstas precisamente las que capta al vuelo.
Rompiendo totalmente con la rutina ayer celebramos una barbacoa por la noche en casa de mi hermana y como el calor era sofocante, Teresa vivió con emoción su primer baño nocturno en la piscina. Casi no la podemos sacar del agua, sólo se animó a salir cuando vio las chanclas de su prima y se fue directa a por ellas. Hoy cuando he llegado del trabajo la he encontrado con unas chanclas rojas, se las ha comprado el abuelo.
Para mí siguen las jornadas de trabajo y aún veo lejanas las vacaciones. Sin embargo en verano relajamos las normas para todos, y se hace más ameno el día a día porque ahora cada tarde salimos a pasear y a tomarnos algo al aire libre. Espero que cuando termine el verano Teresa me regale alguna frase como la que ya conté aquí el año pasado.