viernes, 18 de diciembre de 2009
Los cuentos de Teresa
No tengo ninguna duda de que los niños son grandes imitadores. En Teresa tenemos un claro ejemplo porque intenta imitar cualquier ruido, sílaba o gesto que se le repita más de una vez y en la mayoría de las ocasiones lo consigue. Soy consciente de que en esta etapa de su vida es como una esponja que lo absorbe todo, así que lo mejor es el estímulo constante, aunque tampoco conviene agobiarse. Ya de por sí la familia se convierte en una fuente continua de estímulos y fundamental en el proceso de socialización. Con esto me refiero a que cada miembro de la familia quiere en esta época enseñarle alguna cosita con la que pueda hacer sus gracias delante del resto de la gente. En poco tiempo Teresa ha aprendido un sin fin de habilidades y cada semana su padre es testigo de la evolución.
Pero si hay algo que me haya dejado sorprendida de verdad es su afán por los libros. Parece mentira que siendo tan pequeña tenga este gusto por los cuentos y revistas. Su atención se centra sobre todo en los pájaros y los perros a los que reconoce perfectamente, ya sean juguetes o dibujos de distinta clase. No me extraña que aconsejen leerles cuentos desde muy pequeños para fomentar así su afán por la lectura. ¿Cómo vamos a privarles de este privilegio? Cada noche después del baño Teresa señala la estantería de los cuentos para ver y hojear “el cuento del tigre”, como yo le llamo. Y de tanto repetirle sus historias, es capaz de hacer en cada página una cosa diferente como saltar, esconderse o echarse a dormir. A mí, que soy una apasionada de la lectura, aunque con poco tiempo que dedicarle últimamente, me encanta esta afición de Teresa y animo a todas las madres a que disfruten de uno de los momentos más enriquecedores del día.
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