Me gustaría saber en qué momento dejamos atrás el mundo infantil con ese pensamiento mágico que lo rodea y llegamos a esta faceta adulta en la que todo nos sorprende cuando vemos actuar a un niño. Y es que muchas veces no doy crédito cuando observo a Teresa y he llegado a pensar que tengo una hija loca. Supongo que es normal que los niños tengan la risa fácil, pero ¿tanto? Teresa se ríe si le digo algo con simulando una voz distinta, si la toco con un solo dedo, si le soplo en el pelo, si hago algo parecido a una mueca, si me pongo un trapo en la cabeza o me lo quito, si me siento en el suelo o si me levanto, si doy una vuelta o salto, si canto, si estornudo… con cualquier cosa. Esto te proporciona tal subida de moral que he llegado a pensar que soy la persona más graciosa del mundo. Lástima que luego te das cuenta que estas cosas tan simples sólo le hacen gracia a ella, y es que los mayores no entendemos que la risa está en cualquier gesto.
Pero Teresa no sólo me sorprende con su risa porque desde que va adquiriendo un mayor dominio del lenguaje, bueno más bien diría que se está haciendo una experta, sus ocurrencias me dejan alucinada. Ya no es sólo el hecho de que no se pueda callar ni un segundo, si no está hablando está cantando, sino que se me hace difícil seguirle el ritmo a esa imaginación desbordante.
El otro día, mientras estaba en la bañera empezó a morder la esponja. Le pedía que no lo hiciera y me dijo “es un bocadillo”. Yo siguiéndole el rollo: “Ah, ¿y de qué es?”. “Es un bocadillo de ketchup, ¿ves que es rosa y tiene un pico de pan?”. Sin respuesta por mi parte.
Otras veces le da por decir que se llama Natalia, esto lo hace mucho, pero el otro día fue más allá y me dijo que yo me llamaba Carmen. Bien, “¿y cuántos años tienes?”, le pregunté. “Siete” me dice, mostrando sus cinco deditos, “y tengo dos hijos”. Yo me animo y quiero saber más “¿Y cómo son?”. “Son grandes, tienen cinco, y están en el parque pero luego vienen conmigo”. Ya no me atrevo a seguir preguntando a ver si voy a ser yo la inductora de que pierda la cabeza del todo.
La verdad es que a partir del segundo cumpleaños más o menos es una pasada. El desarrollo del lenguaje es espectacular, y unido a su imaginación, la verdad es que hay días que te partes de risa con ellos, te sorprenden...de todo.
ResponderEliminarjajajaja, desde luego q tienen una imaginación...nosotros estamos empezando, el otro dia comiendo spaguetis dijo, "mama come gusanos" y lo mismo con las gulas...
ResponderEliminary eso qeu no puedo seguir las conversaciones que tiene con Pocoyó, que me dejan loca.
Me parto con Teresa jajajajajaja
ResponderEliminarEstas cosas son geniales. A veces me pregunto por qué he tardado tanto en descubrir esto.
Ahora sí que puedes decir que eres toda una "mamadescubriendoelmundo"
Es maravilloso oir sus risas y carcajadas con una simple mueca.
jajaja, mi mediana también es de las que se cambia de nombre y hasta gente que le preguntan como se llama y ella dice un nombre que no es el suyo ni conocemos a nadie que lo lleve....
ResponderEliminarEstas niñas!!
Jejejejjee que arte tiene Teresa!!! Que linda!! Me encanta que se rían con cualquier cosa que se les haga... Muchos besos, esta muy mayor y muy guapa! Muchos besos!!!
ResponderEliminarLa imaginación es maravillosa en los niños, les abre una puerta llena de posibilidades, les enriquece, les ayuda a crecer y a madurar. Bendita imaginación la de Teresa!
ResponderEliminarQué bueno! Tendríamos que aprender de la imaginación que tienen, como de tantas otras cosas.
ResponderEliminarjajajajja, que graciosa Teresa!!!!!....que pena que muchos adultos hayamos perdido esa facilidad para reírnos de las pequeñas cosas, nos iría mucho mejor!!!!
ResponderEliminarPor favor me parto con Teresa, es un crack, y me parto con la forma en que tú lo cuentas..inductora de mini-desvaríos....
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