viernes, 17 de febrero de 2012

Teresa y los cambios



Resulta un tanto extraño el modo en que Teresa asimila los cambios en su vida, al menos a mí no deja de sorprenderme cómo para las cosas que yo creo supondrán un paso importante reacciona con absoluta normalidad y sin embargo algunas pequeñas modificaciones en su rutina pueden suponer un mundo.

El cambio de ciudad lo asimiló con alegría y entusiasmo, como una oportunidad de seguir descubriendo el mundo y con mucha confianza. Ya he comentado alguna vez que Teresa se siente muy segura y nada le extraña siempre que papá y yo estemos a su lado. Así fue también como se adaptó, para nuestra sorpresa a la guardería, a la que asiste de 9.30 a 13.30 cada día con muchísima ilusión y de la que vuelve contándome con todo detalle hasta las conversaciones que mantienen las cuidadoras. Conoce por su nombre no sólo a su seño y sus compañeros, sino a todas las seños y a numerosos niños de otras clases, a los cocineros, las limpiadoras y hasta los abuelos de algunos de los pequeños que acuden a recogerlos. Al principio le bastó creer que yo estaba las cuatro horas en la puerta de la guardería para sentirse tranquila aunque ahora empieza a sentir serias dudas de que esto sea así y me acosa a preguntas. (Tengo que tener mucho cuidado en llevar las mismas cosas a la hora de recogerla que en el momento en que la llevé, tipo paraguas).

Con esta actitud Teresa pone en evidencia que yo soy la única a la que le ha costado un poco el cambio y que, a pesar de esta feliz y segura porque estemos los tres juntos, echo de menos mi ciudad, la familia, los amigos y podría decir que hasta el trabajo, porque en estos tiempos que corren creo que me costará mucho encontrar otro.

En cambio Teresa para otros temas es muy suya, yo diría que hasta un poco maniática. Por ejemplo si ve por primera vez algún tipo de objeto que esté colocado en un determinado lugar y de cierta manera, eso es el evangelio y que nadie ose a cambiarlo de forma o de lugar que te mira amenazante y ofendida diciendo “¿esto que hace aquí?”. Lo mismo ocurre con los juegos o con las historias que le cuento, si la primera vez lo hemos hecho de una forma, para ella eso parece que sienta cátedra y será así de por vida.

jueves, 2 de febrero de 2012

Tres años



El 25 de enero Teresa cumplió tres años. En este tiempo de ausencia han cambiado muchas cosas, pero sobre todo ha cambiado ella, mi niña, que se va haciendo mayor y cada día la siento menos mía. Ya es consciente de lo que significa cumplir años y está encantada de crecer, pero aunque los tres años han supuesto un paso importante para ella, le hubiera gustado cumplir cuatro.
En las últimas semanas también ha abandonado definitivamente mi cama para pasar toda la noche en la suya. Ya no escucho su vocecilla en la madrugada llamándome para que la lleve conmigo, y aunque hemos ganado en descanso y comodidad, tengo la sensación de que ha quedado un hueco en mi cama.
Teresa sigue hablando muchísimo, creo que es lo que más le gusta del mundo. Relata las anécdotas de cada día con detalle y pregunta por todo, incluso por conversaciones ajenas de las que siempre está pendiente y además también le gusta inventar historias o que se las contemos nosotros. Sin embargo a mí lo que más me gusta escuchar son esos “te quiero hasta el cielo” que me regala por sorpresa.