martes, 28 de junio de 2011

Fin del pañal y por fin sus pies

Teresa se ha despedido del pañal definitivamente. Sin prisa pero sin pausa, y de manera más fácil y cómoda de lo que yo auguraba, así ha sido. Después de que no se produjese ningún escape durante el día y dado el control que demostraba, mi hermana me aconsejó, sabia como siempre, que comprobase si el pañal estaba seco por la mañana y si así era, que la dejase dormir sin él.

Dicho y hecho, Teresa se despertaba con el pañal totalmente seco, no sólo de la siesta, también por la noche. Además, la mayoría de los días me ha pedido ir al baño nada más levantarse de la cama. Con todos estos indicios, la operación pañal parecía superada y así ha sido. Cuatro noches sin pañal y cero escapes. Y ella tan contenta va contándoselo a todo aquel que la quiere escuchar.

Pensando ahora en toda la pereza que me daba la operación pañal me sorprende lo fácil que ha resultado. Y es que parece que es cierto que los padres solemos enfrentarnos a los cambios con más temores que los niños. Todavía recuerdo la pena que me daba al pensar en su chupete y Teresa lo olvidó tan pronto que parecía que nunca lo hubiese necesitado. Ahora también me da algo de nostalgia recordar en su culo regordete y abultado con pañal.

Por cierto, ya tengo algunas fotos de sus pies, aunque no son las mejores y no descarto hacerle otras. Posiblemente a partir de ahora me pase la vida fotografiándolos.















viernes, 24 de junio de 2011

Los pies de Teresa


Mañana Teresa cumplirá 29 meses. No es una fecha redonda, pero cualquier momento es bueno para reseñarlo. Crece y crece y no ha habido ni un solo día de su vida que haya dejado de sorprendernos. Uno cree que con el paso del tiempo se irá haciendo una rutina y se dejará de vivir cada momento compartido con su hijo como algo mágico, como un regalo, pero no es así. Cada noche me acuesto pensando en hacer uno foto de sus pies regordetes y sus manos, son las cosas que más me enternecen de su cuerpecito a camino entre el bebé que fue y la niña en la que se está convirtiendo. Durante el día pasan mil cosas y al final siempre pienso en esa foto justo cuando me voy a dormir, una tarea pendiente y recurrente cada noche. Es como si quisiese atrapar el tiempo con esa foto, y se convierte en una idea angustiosa el pensar que pasan los días y no la tengo.

miércoles, 15 de junio de 2011

Esta pudo ser la operación pañal más larga de la historia

Si no fuese porque la operación pañal me está siendo impuesta no creo que en estos momentos tuviese yo ánimos para emprenderla. Pero como para casi todo Teresa no deja de sorprendernos y en este caso también nos está llevando a rastras, parece que vamos pasos atrás de su evolución y que necesita padres supervitaminados y mineralizados. Ya hace tiempo que conté aquí cómo abandonamos un primer intento de olvidarnos de los pañales, así es que como se puede ver la cosa ya viene de lejos y en todo este tiempo Teresa ha ido cogiendo práctica en el uso del orinal, siempre que le ha apetecido.

Su deseo de ser mayor rápidamente, unido al calor que ya hace y a su gusto recién descubierto por las braguitas (otra cosa que hay que sumar a su pasión por los zapatos) hace que ya no quiera el pañal ni verlo. No sabía ella que se iba a encontrar con unos padres tan perezosos, así que parece que en su pequeña cabecita se ha encendido una luz y ha dicho “O tomo la iniciativa o paso de los pañales de bebé a los pañales de viejuna”. Esta podría haberse convertido en la operación pañal más larga de la historia de la humanidad.

Ya hace unas semanas que le quité el pañal por la mañana, aprovechando que su padre no trabajaba, y le dije que ese día estaría sin pañal hasta la noche. Ella toda emocionada diciendo “soy gaaande…. mira mis babitas…” y yo con la conciencia tranquila de pensar que estábamos haciendo lo que tocaba y esperando ver el desenlace de esa aventura que empezaba a emprender como madre responsable, pero con la calma que da que sea el padre el que se ocupa de ese primer día, lo llamé a las pocas horas para preguntarle qué tal iba el asunto. Muerta me quedé con su respuesta: “Le he puesto el pañal, me he tenido que pelear con ella pero ¿qué iba a hacer si hemos salido a la calle?”. Yo pensé que esto debía significar que hasta que aprenda a controlar esfínteres no se puede pisar la calle y me entraron sudores fríos. Menudo chasco con el primer intento de la operación pañal.

Por suerte Teresa le cogió el gusto a lo de estar sin pañal y durante el fin de semana salió algunos ratos a la calle sin él. Y para más suerte mi madre y mi padre no se acobardan ante los pipís callejeros. Y para suerte de las suertes, Teresa parece que controla y ha tenido pocos escapes por el momento. Así que ya sólo usa el pañal para dormir, pero esto ya lo dejaremos para las vacaciones.

miércoles, 1 de junio de 2011

"Mamá, pónete contenta"

Cuanto Teresa era un bebé que empezaba a interactuar notaba cómo era habitual en ella que buscase mi aprobación constantemente si intentaba tocar o coger algún objeto. Era muy normal que aunque ya lo tuviese entre sus manos me mirase para ver cuál era mi reacción. Algo así pasaba también cuando empezaba a caminar, si quería llegar a cualquier sitio volvía su cara hacia mía en muchas ocasiones, aunque luego hiciese lo que le diera la gana. Supongo que es normal que los niños busquen la aprobación de los padres, pero yo a veces tenía una sensación un tanto rara. Es como si me diese un poco de pena ¿qué imagen tenía de mí, la de un ogro? ¿Acaso pensaba que a todas sus iniciativas le iba a decir que no?

Ahora estamos en otra etapa, y aunque ya pasa de buscarme con la mirada cada vez que se le ocurre algún nuevo invento, ha sacado una frasecita que me tiene pone los pelos como escarpias: “mamá, pónete contenta”. Nunca en mi corta experiencia como madre he utilizado ninguna frase parecida a “si haces tal o cual mamá se pondrá triste o se enfadará”, nunca jamás. Es más, no creo que esta criatura me haya visto realmente enfadada nunca, la sorpresa que se va a llevar el día que de verdad lo esté.

Entonces, ¿por qué extraña razón emplea esta frase en situaciones tales como cuando le digo que no saque todas las toallitas húmedas o no des más saltos en la cama que te vas a abrir la cabeza? Además cuando termina de pronunciar la frase la acompaña de carcajadas fingidas esperando que yo haga lo mismo, y claro, no me queda otra que responder igual y decir que estoy contenta, pero que deje de hacerlo.